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La historia que le dio el nombre

a la Quebrada del Tigre

Historia

Hacia 1897, la búsqueda de una cura para su tuberculosis trajo a José Arias Moreno y a su esposa María de la Plaza (sobrina del expresidente Victorino de la Plaza) hasta la zona de San Javier. Solo los saludables aires que recorren estos cielos podrían interceder por su salud. Se recomendaba en aquella época vivir en climas secos como el de Traslasierra, en la ladera Oeste de las Sierras Cordobesas. El matrimonio parte en coches a caballo desde Santiago del Estero, para luego seguir a mula. El lugar esperado llegaría después de un trecho a pie: en aquel entonces era la única forma de llegar. 

 

La casa se encuentra en un lugar estratégico, en la Quebrada del Tigre, donde nace el arroyo San Javier. Cuentan los lugareños que allá por la tercera década del siglo XIX cazaron un yaguareté luego de una intensa persecución desde los bajos. A los yaguaretés la gente de la zona les decía tigres, de ahí el nombre. (detalle del relato en el PDF)

La capilla en 1938.jpg
Llegando a la constancia en 1940.JPG
El primer rancho 1897.jpg

La primera construcción fue un rancho de adobe y techo de paja donde hoy se encuentra el comedor. Con el tiempo se sumaron construcciones: palomar, patio de juegos, pileta de natación. Recién en 1920, tras heredar de su tío, María de la Plaza emprende la ampliación de la casa. Y en 1935, con piedras del lugar, comienza la construcción de una capilla dedicada a San José, con esculturas de mármol encargadas al Vaticano de sus santos favoritos, San José, San Antonio y San Francisco, hoy convertida en salón para diversas actividades.

Después de algunos años, las tierras pasaron por herencia a manos de la familia de los actuales dueños. Con la tercera generación, se hizo un excelente trabajo de restauración tras 40 años de abandono. Cada ambiente volvió a tomar vida, en principio para la propia familia, pero algún tiempo después, en el 2000 se abrieron las puertas al turismo para compartir este magnífico lugar donde reina la energía de las Sierras. Hoy es Agustín, cuarta generación, quien retomo con entusiasmo y mucho cariño la misma vocación de ser excelente anfitrión y mantener vivos los recuerdos que hicieron de este lugar un lugar tan querido y especial.

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